Por aquí todo bien, la última semana se ha dado bastante bien y hemos hecho bastantes cosillas.
El hecho es que decidimos ir al partido junto con Raúl, ya que las entradas costaban 4 euros, y llegamos una hora y media antes del comienzo, pues bien, lo de hacer colas es algo que aquí no se ha inventado, por lo que empezó a formarse una masa de gente mega compacta para llegar a la taquilla y el único modo de pasar era empujando (allá dónde fueres haz lo que vieres), por lo que tras una hora y cuarto conseguí llegar a la taquilla dónde me dijeron que mi billete para canjearlo tenía que ir a otra “cola”, debido a lo cual decidí pagar 4 euros.
Bueno, una vez en el estadio todo fue normal, ganó el Inter 2 a 1 robando (normal), lo malo es que no pude ni celebrar el gol de la Roma, ya que estaba en el fondo de los ultras del Inter, puesto que la anterior entrada se encontraba allí y aunque yo no la pude canjear, Simo si, ya que tenía la antigua y no íbamos a irnos a ver el partido a otro sitio. Pero yo no me puse en ningún momento la bufanda del inter, de hecho se la presté a Raúl.
También durante el partido introdujimos a Simo en la cultura española, es decir, le dimos pipas y aunque al principio no le gustaron mucho, al rato tuvo que admitir que ya estaba totalmente viciado.
(¿Dónde creéis que estábamos viendo el partido?)
El jueves quedamos (Raúl, Kike y Yo) con los italianos (Giacomo, Simo, Gio, Pappo y el Ninja) para jugar al softair, una especie de paintball pero con bolitas pequeñas que no manchan, por lo que el juego depende de la honestidad de los contrarios para decir si te han dado o no, así que ya os podéis hacer una idea de cómo acabó la cosa jugando con italianos.
Cuando llegamos al sitio en cuestión, que se encuentra en las afueras, en Cinisello Balsamo (ya tuvimos coñas con el nombre del sitio), un par de chavales que iban solos se juntaron a nuestro grupo, estos tipos en cuestión habían estado jugando por la mañana y nos mostraron sus heridas de guerra. Había uno de ellos con el cuello lleno de puntitos rojos de los balazos que había recibido, por lo que nos entró un poco el acojone, asique tanto Raúl como yo decidimos no quitarnos el jersey (Raúl ni si quiera se quitó la bufanda) para que nos hicieran menos daño las “balitas”.
Formamos dos equipos, cada uno de los cuales formado por cinco componentes (uno de los “impostores” en cada equipo), en uno los del sur (los españoles más Giacomo que es romano) y en el otro los milaneses.
El hecho es que cuando empezamos a jugar, nos dimos cuenta de que eso no hacia tanto daño, de hecho, los cabrones de los ítalos y en concreto el Ninja, tenían el don de la inmortalidad, por lo que cogían nuestra banderita con total impunidad, en fin, que al final nos ganaron aunque en plan mundial del 94 (de manera injusta gracias a un codazo) y que Raúl, Simo y yo acabamos asados de calor por los jerséis.
(si que sudamos si)(los comentarios de mi gepeto y corte de pelo os los podéis ahorrar, lo se, jajaja)
La experiencia estuvo bien, pero amos, pa jugar una vez y ya está, porque depende demasiado el juego de la honestidad.
Hablando de otras de las actividades extra escolares que he realizado durante las semanas anteriores (lo meto ahora porque me acabo de acordar y escribo sin ningún orden “al tún tún”), me he puesto en plan ciclista, me compré una bici que parecía chula por 50 € y digo parecía porque es de montaña, con 18 marchas que se cambian en la empuñadura, amortiguador delantero… amos que parecía la hostia, pero el primer día que la cogí se jodió el pedal, lo tuve que cambiar (20€), las marchas no funcionan bien, le compré las luces (25€) y una mega cadena (27€), asique ya me he gastado más en la bici que un tonto.
A parte en Milán empezaron hace unos mese con el Bike sharing, que consiste en que sacándote un carnet por 25€ puedes coger las bicis del ayuntamiento que están aparcadas en distintos puntos de la ciudad durante media hora sin pagar un pavo, esto me lo hice en noviembre pero como perdí la cartera en Varsovia, hasta ahora no me han dado el duplicado, por lo que no he podido disfrutar del servicio todo lo deseado (aunque la verdad es que el tiempo tampoco ha acompañado mucho). La verdad es que en bici se vive la ciudad desde otro punto de vista y me gusta bastante.
Bueno, que ya os seguiré contando.
Besos y abrazos para todos y como dice mi hermana cuando se despide:
“¡¡¡¡A SER FELICES!!!!”